Buy Nothing Day: Día Mundial sin Compras
El Día Mundial sin Compras (BND, por sus siglas en inglés, Buy Nothing Day) es una jornada de protesta en contra del consumismo llevada a cabo por activistas sociales, en su mayoría altermundistas, el último viernes de noviembre cada año.
Fue fundado en septiembre de 1992 por el artista de Vancouver, Canadá, Ted Dave y promovido por la revista Adbusters, la cual logró promoción en la cadena CNN en comparación de la televisora MTV, la cual se negó a emitir anuncios relacionados con el Buy Nothing Day.
El Día Mundial sin Compras pretende fomentar una actitud contraria a iniciativas como la del Black Friday o el Buen Fin, un día en el que millones de personas compran compulsivamente, más allá de hacerlo por una necesidad real de descuentos.
Los participantes del Día Sin Compras se abstienen de adquirir cualquier objeto durante toda la jornada con la intención de fomentar en la sociedad conciencia sobre los hábitos de consumo derrochadores o excesivos, principalmente por parte de países de primer mundo.
Así como abstenerse de comprar, los activistas también participan en manifestaciones para impedir visitas a centros comerciales y otras formas de expresión radical, sin embargo sería importante considerar que movimientos como éste deben ser practicados por libre albedrío, así como recapitular el porqué de esta acción compulsiva.
¿Cómo afectan las compras a las personas?
Este tipo de movimientos y protestas contra el consumismo y el capitalismo responden a la conducta de aquellos consumistas que han sobrepasado un límite, quienes, de acuerdo a la psicoterapeuta Georgina Reyes, «refuerzan conductas de etapas anteriores relacionadas con éxito, fracaso, avance y deterioro personal. El consumidor se vuelve compulsivo en cuanto siente que puede avanzar hacia una meta que lo hace competir y lo hace lograr satisfacciones personales, no necesariamente materiales, es como una carrera». Las compras tienen que ver con la satisfacción y el autoestima, algunos complejos que se desarrollan y se sufren.
«Las personas que están interesadas en su equilibrio emocional y en el control de impulsos no son víctimas del consumismo, de esta carrera desenfrenada y de la presión social que la mercadotecnia astutamente prepara para que los consumidores pierdan el control», afirma la psicóloga Georgina Reyes. Las personas pueden llegar a sentir un triunfo cuando se logra una compra, un costo u oferta.
Al comprar, se olvidan los problemas, se distraen por un momento de situaciones cotidianas que requieren atenderse. El consumidor compulsivo también pierde la realidad al sobrepasar sus límites de créditos, gasta lo que no tiene y no toma en cuenta sus límites.
En los últimos años, el movimiento ha ganado adeptos entre los movimientos contra el cambio climático, quienes argumentan que para detener el fenómeno de las compras compulsivas e innecesarias, el primer mundo debe cambiar sus hábitos de consumo.
Sin embargo, queda una disyuntiva pues por un lado, los primeros mundos son aquellos con mayor capacidad y solvencia económica y a su vez, menos conciencia sobre los problemas que las compras excesivas conllevan: emocionales, económicas y ecológicas.
Te puede interesar: