Los humanos hemos olvidado el llamado más importante que se nos ha hecho: el continuo reclamo del planeta. Somos parte de éste, sus huéspedes, no somos dueños de él y así es como lo plasma el artista conceptual noruego Rune Guneriussen, quien a partir de objetos ordinarios, pero estéticos, interpreta la convivencia de la humanidad y la naturaleza en instalaciones ordenadas armónicamente en escenarios naturales de su país, al cual conoce y ama sinceramente.
Sus numerosos viajes por Noruega le han brindado la clave crucial para aterrizar sus ideas previas a la ejecución artística, en la ubicación más fastuosa, generalmente en medio de la naturaleza virgen que aún se encuentra en su país.
Los cambios de clima y las estaciones ofrecen a Rune una comunicación directa entre su propia naturaleza y su arte. Muchas de sus obras se han modificado en el proceso debido al clima extremo y otras situaciones naturales, sin embargo, nada ha intervenido para cambiar el resultado de su sentir.
El proceso creativo de Guneriussen se engendra en sus objetivos artísticos. Él no señala una manera de leer sus obras, sino que prefiere indicar un camino que lleve a entender una historia.
En su serie Connections del 2006, los teléfonos blancos incorporan un comportamiento como especie humana y su proceder, no sólo implica convivencia, sino el sentir del uno con el otro en el lugar más puro y en el estado en el que se encuentran, abrazados y rodeados de agua, el elemento vital por excelencia, del que si no cuidamos, la vida humana podría acabar.
El color predominante en esta instalación es el blanco, un tono esencial y puro. La comprensión de la relación de los teléfonos, es la conexión comunicativa entre la naturaleza, los sentimientos y el sentido de supervivencia que por alguna razón personal y no sólo artística, Rune no decide plasmar con personas, sino con objetos que representan comunicación y expresión en un grado obvio.
Rune también realiza instalaciones con lámparas, sillas, libros y otros objetos, sin embargo, los teléfonos antiguos no son un elemento muy común u ordinario. Si hay algo que el artista comunica, es en definitiva el llamado que nos hace nuestro entorno natural, cada quién decide qué tipo de llamado recibe y si lo contesta.
Una vez que Guneriussen realiza las tomas fotográficas, desmantela las obras, sin dejar rastro de ellas. De esta manera, se podría interpretar nuestro devenir en el planeta. Para el artista, la humanidad ha cambiado dramáticamente, para mí también.
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