Con su instalación Not Red But Green (No rojo sino verde), el artista noruego Per Kristian Nygård transformó un espacio interior con la representación de un paisaje exterior. Una habitación invadida por un espacio natural.
Esta obra fue presentada en la galería No Place de Oslo en 2014, la cual presenta un espacio en blanco con un paisaje natural encimado, lo cual resulta bastante extraño, pues usualmente los humanos somos quienes invadimos la naturaleza y no al contrario.
La brillante vegetación inunda todas las direcciones y forma un paisaje ondulado que combina los límites entre el exterior y el interior.
Anteriormente el artista Olafur Eliasson creó un escenario rocoso en el Museo de Arte Contemporáneo Louisiana en Dinamarca con un discurso similar al de Not Red But Green. Tanto Nygård como Eliasson utilizan su obra como un recurso para cuestionar la apropiación y manipulación de la naturaleza como al humano le place.
Podría considerarse que desde la época del Renacimiento, el ser humano se ha considerado en la posición de reproducir su entorno de una manera científica, sin embargo, toda representación natural es una interpretación abstracta y artificial.
En realidad, como humanidad, siempre intentamos imitar nuestro entorno, pues sin lugar a dudas el estado natural proporciona paz y estética inigualables. Y no nos basta con imitar, también nos encargamos de transformar los espacios, de invadirlos y hasta destruirlos.
No es una casualidad que en Not Red But Green el césped sea el elemento protagónico en la sala de esta galería. Probablemente el pasto es uno de los elementos más simbólicos para representar al medioambiente de la manera más pura.
Nuestro entorno está manipulado por el ser humano, en mayor o menor medida. Lo cierto es que no siempre esto genera un efecto negativo, ciertamente el ser humano tiene como misión narcisista embellecer su entorno para hacerse y saberse bello a sí mismo, como ente creador, pero destructor a su vez, como toda ambivalencia de fuerzas en aquello que posee vida. Creación y destrucción, vida y muerte, eros y tánatos.
Todo lo que construye el ser humano está hecho a su imagen y semejanza, incluso nuestros pensamientos están construidos a nuestra medida en nuestro espacio, apropiándonos del planeta como si fuera nuestro espacio natural y del cual podemos disponer a nuestro antojo.
Lo cierto es que el planeta Tierra es nuestro hogar, sin embargo, no pagamos por él para disponer de él de la manera en que lo estamos haciendo, es un espacio que nos toca prestado y que tenemos como obligación cuidar y respetar. Como no hemos pagado por él, no somos conscientes de lo mucho que lo estamos gastando.
Definitivamente Not Red But Green plantea una gran cantidad de preguntas sobre la forma en que convertimos los fenómenos naturales en productos de consumo humano.
¿Qué preguntas te plantearías tú?
La canción que pretendió salvar al Ártico de su desaparición